Cuestión de conciencia
Una cosa es hablar acerca de la disparidad entre los ricos y los pobres, pero otra cosa es verlos vivir tan cerca el uno del otro. Imagínese estar comiendo en un restaurante caro mientras mira un video acerca de niños malnutridos. ¿Podría disfrutar la comida? ¿Qué pensamientos vendrían a su mente? Medite en esto por un momento.
Recientemente celebramos el cumpleaños de una amiga en un restaurante fino en uno de los barrios acaudalados de Puerto Príncipe y estuvimos muy contentos de poder compartir y disfrutar ese momento especial con nuestros amigos. El menú tiene los precios en dólares americanos y si se paga con la moneda local, ellos cobran un tasa de cambio más alta... Qué interesante, acaso piensan que somos ricos?! Mmmmm, tal vez aquí sí somos ricos: tenemos acceso a transporte privado, comemos más de una comida al día, bebemos agua que no nos causa enfermedades, y además somos blan (blancos, extranjeros), lo que nos pone en esa categoría de todos modos. Pero al salir del restaurante vimos algo que nos hizo incómodos: el parque al frente del restaurante estaba lleno de carpas en donde viven muchas personas. Y nos preguntamos:
“¿Es correcto que gastemos dinero en un lugar así cuando hay tanta gente viviendo en esas circunstancias? Pero, nosotros solos no podemos ayudar a todos los necesitados. Tal vez está bien que disfrutemos algo así de vez en cuando. ¿Pero qué clase de personas somos que nos sentimos bien gastando así siempre y cuando no veamos cosas así enfrente de nosotros? Qué interesante la naturaleza humana que preferimos separarnos de ver esas cosas para poder sentirnos bien al vivir cómodamente". Todos estos pensamientos vinieron a nuestras mentes y se vuelven el objeto de muchas conversaciones. Es una cuestión de conciencia.
Y las preguntas y la dudas siguen viviendo en los días de campo después del almuerzo cuando al salir del restaurante señoras viejitas se acercan tocándose la barriga y diciendo “tengo hambre, dame dinero”, cuando manejamos por las calles de Pòtoprens y niños ofrecen limpiar el carro si les damos dinero, cuando estamos con un grupo de americanos y al pasar la gente grita en Inglés “¡Dame un dólar!” Es difícil decir NO y es más fácil dar una moneda y sentirse bien. Pero nosotros decimos NO porque decidimos no dar dinero cuando la gente pide o beg porque sí les damos es como hacer un contrato con ellos que dice “Te doy una moneda si es que te quitas de mi camino”. Sentimos que no tratamos a una persona con dignidad cuando damos dinero o cosas sin conocer su nombre, su familia o si es que mi “ayuda” es lo que en verdad necesita para vivir una vida digna: para salir de la pobreza, para cuidar de su familia, para dejar un legado a sus nietos, y para verse a sí misma y al resto de manera saludable y así poder interactuar honorable y respetuosamente.
Pero sabe qué? Escribimos esto ayer, pero hoy al entrar a la panadería en lugar de decir NO, le dijimos apre (después) al chico que nos pidió dinero. Compramos un bocadillo para él por si acaso estaba allí al salir, y ahí estaba. Cuando nos íbamos vimos que había compartido el bocadillo con un niño más pequeño. Aquí cada día trae cosas nuevas y no podemos basar nuestras acciones sólo en dogmas estrictos. Seguiremos pidiéndole a Dios que nos guíe para actuar con sabiduría, y que nos ayude con nuestras preguntas acerca de la vida, el desarrollo de un país, la pobreza y las riquezas verdaderas.